1. La nueva clienta
- Bienvenida.
- Gracias. Mi nombre es Fátima, y tengo cita para una sesión de masaje descontracturante.
- Ajá, un momento. Ah, sí, la última del día. Puede sentarse en la sala, ahora le llamarán.
- Gracias. ¿Es nuevo, este salón?
- Lleva veinte años abierto, pero reestructurado desde hace 2. Lo cambiaron de ubicación, antes estaba en las afueras, en Oriente, pero en la ciudad resulta más cómodo.
- Ah, sí... Pero debía ir muchas gente...
- ¡Y sí! Mismos horarios, y la gente iba exclusivamente. Bueno, yo empecé con el cambio de ubicación, ya que la otra chica encontró otro empleo en el pueblo y prefirió no moverse mucho.
- Yo igual, no tenemos por qué gastar gasolina, ni hacer trayectos largos, cuando incluso nos desgastamos.
- Señora Fátima, puede pasar.
- Ah, gracias.
- Espero me cuentes qué tal la experiencia.
- Por supuesto.
Y entran.
La última cliente del día, un martes movidito. Me queda una hora, con el cuadre, caja y organización de la sala, y ya. Ésta es mi vida, ya lo veréis, espero deleitaros con las historias de esta clínica en la que cada día ocurre algo...
- Me alegro mucho.
- Pronto volveré, pero me voy, que llegó tarde a una cita.
- Espero la disfrute.
- ¡Ya le contaré!
- Perfecto.
Clara también se despide. Mañana más, siempre nos decimos. Termino el cuadre, la caja, todo ordenado. Pongo la alarma tras recoger mis cosas. Salgo, a casa. Llego, pero me he dejado el móvil.
- Vaya- me digo- menos mal que tengo turno de tarde.
Y toca sesión de cine, y relax.
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